El desarrollo de la flexibilidad conceptual en tareas de categorización y de producción de atributos en niños de 6 a 11 años de edad
Abstract
La categorización flexible implica la habilidad para categorizar un objeto de una manera en una ocasión (e.g., taxonómicamente: asociar “perro” con “vaca”), y de otra manera en otra ocasión (e.g. temáticamente: asociar “perro” con “cucha”). Por lo tanto, requiere tomar en cuenta diferentes relaciones conceptuales en torno al mismo objeto y alternar entre ellas. Esta habilidad es fundamental para el comportamiento adaptativo porque permite cambiar de un tipo de respuesta a otro y, de esa manera, encontrar la solución más apropiada para el problema que se enfrenta. A pesar de que muchos estudios proveen evidencia de que los niños pueden categorizar perceptiva, temática y taxonómicamente, pocos estudios tratan la cuestión de si pueden aplicar esas formas de categorización a un mismo objeto o grupo de objetos. Asimismo, existe evidencia de que las categorías de seres vivos se asocian mayormente con atributos taxonómicos y perceptivos, y las categorías de objetos inanimados, con información temática. Por eso el objetivo de esta tesis ha sido estudiar el desarrollo de la flexibilidad conceptual y el uso de relaciones conceptuales - principalmente taxonómicas y temáticas- en niños de edades entre 6 y 11 años que cursaban 1º, 3º y 5º año de educación primaria básica en instituciones educativas de la ciudad de Mar del Plata. Para ello se utilizó una tarea de generación de propiedades que consistió en solicitar características de conceptos de cuatro categorías de seres vivos y no vivos ( ANIMALES , FRUTAS , OBJETOS y MUEBLES ) para indagar los tipos de relación conceptual utilizados; una tarea de categorización libre múltiple que requirió que los participantes agruparan imágenes de objetos familiares de maneras distintas y sucesivas (flexibilidad en las respuestas) y que las nombraran para dar cuenta de las representaciones subyacentes (flexibilidad conceptual); una tarea de categorización forzada triple que requirió que identificaran parejas temáticas, taxonómicas y taxonómico-temáticas (e.g., trapecista y payaso -pertenecen a la categoría de los seres humanos y a su vez coexisten en un tema
común, el circo-) de manera sucesiva para un estímulo target, en un contexto en el que las tres potenciales parejas (más un distractor) se presentaron juntas, de modo que los participantes debieron identificar cada pareja en presencia de las otras; y, por último, se administraron tareas de fluidez verbal semántica y fonológica para examinar su componente ejecutivo -la flexibilidad espontánea, la búsqueda estratégica de palabras, el monitoreo y la inhibición cognitiva- y su componente asociativo -la organización del almacén de información semántica-. En síntesis, nuestros resultados muestran que el control cognitivo aumentó a los 8-9 años de edad, al igual que la flexibilidad conceptual en la tarea de categorización de menor demanda ejecutiva -en la más demandante, la mejoría se alcanzó en los grupos de 10-11 años de edad-. Asimismo, encontramos
una mayor aparición de relaciones taxonómicas superordinadas en los grupos de 8 a 11 años de edad en un contexto sin carga ejecutiva. De modo que la falta de flexibilidad conceptual responde tanto a un déficit ejecutivo como conceptual. Si las relaciones conceptuales no están disponibles de manera pareja, un tipo de relación logra imponerse sobre el otro; tal fue el caso de las relaciones temáticas, que, al no poder ser inhibidas, sobre todo por los niños de 6 y de 7 años, impidieron que se alcanzara la flexibilidad conceptual. Al respecto, muchos autores coinciden en que las relaciones
temáticas son especialmente prominentes, influyentes y de bajo costo cognitivo, incluso para los adultos. Así, nuestros resultados no coinciden con la visión optimista de que la organización taxonómica se encuentra enteramente disponible en niños preescolares; en todo caso, si los niños pequeños no apelan a relaciones temáticas cuando aprenden palabras se debe a su conocimiento del nivel básico de la jerarquía taxonómica, pero el conocimiento taxonómico superordinado se adquiere más lentamente, resultando muy débil e inaccesible en comparación con el temático durante gran parte de la infancia. Por último, conocer las formas de categorización que utilizan los niños y la habilidad para utilizarlas de manera flexible es de crucial importancia para investigadores y educadores, dado que la adaptación al entorno depende de la habilidad para clasificar y organizar eficazmente la información. Esto supone aplicar diversos criterios de organización en función de las variadas demandas del contexto; es decir, ser cognitivamente flexible. Puesto que la información se organiza comúnmente a través de los criterios taxonómico y temático (que, entonces, nos permiten comprender el mundo), consideramos que ha sido relevante estudiar cómo se los utiliza -y si puede
alternarse entre ellos de ser necesario-.
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