El fetichismo: una presencia vacía
Fecha
2018-11-27Autor
Canchelara, Luciano
Wacker, Carolina
Zorzutti, Gabriela
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Mostrar el registro completo del ítemResumen
Desde las primeras etapas de las conceptualizaciones freudianas, sabemos que la constitución de la secualidad infantil en todo sujeto humano, es perversa poliforma. A partir de aquí, podemos ver en todo niño, en su fase fálica, renegando de la diferencia sexual anatómica. Pensando así, el fetichismo, no podría ser el negativo de la neurosis tal como se define la perversión. Es Freud mismo quien recomienda el estudio del fetichismo a todos quienes deseen comprender el miedo a la castración y el complejo de Edipo. Ante la angustia de castración, el niño se rehúsa a creer que la mujer no tiene pene, pues si esta está castrada, su propia posesión de pene se ve amenazada, y contra ello se revela la porción de narcisismo que posee dicho órgano. En 1927, Freud recorta el mecanismo de la regeneración, apoyándolo y diferenciándolo simultáneamente del concepto de represión. Insiste en recalcar la transacción efectuada, según la modalidad de los procesos primarios, de una percepción (falta de pene en la mujer) conservada y a la vez renegada. El fetiche, entonces, se convertirá en el vehículo tanto de la aseveración como de la negación de la castración, y será un monumento - desplazamiento de valor mediante - de esa presencia. Posteriormente, lacan retoma el tema y lo explica introduciendo la noción de velo. El fetiche, paraél, cumple la función de velo, velo ante una falta, ante algo que no hay.
Colecciones
- Tesis de Grado [822]
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