Conductas prosociales en preadolescentes: diseño y evaluació de un programa de promoción
Fecha
2014-03-26Autor
Baldini, Fernando
Basso, Juan Manuel
Seoane, Florencia
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Mostrar el registro completo del ítemResumen
La filosofía occidental tradicional y la psicología en sus inicios, centraron su reflexión sobre lo social en los aspectos conflictivos y negativos. De modo que no es extraño que la acción educativa se haya ocupado fundamentalmente de corregir e intervenir sobre conductas conflictivas. En las últimas décadas se realiza un pasaje desde este énfasis sobre el estudio de aspectos negativos, a un centramiento en la prevención y la promoción de actitudes y valores positivos tales como la ayuda, la cooperación y la solidaridad (Guijo-Blanco, 2002).
Este enfoque, que se ha dado en llamar Psicología Positiva, se define como el estudio de las experiencias y los rasgos que generan salud y bienestar en los individuos, así como la aplicación de metodologías para promoverlos (Mariñelarena-Dondena & Gancedo, 2011; Prada, 2005).
Dentro de este paradigma, lo que se busca es el estudio sistemático de las conductas prosociales, es decir, lo contrario a las conductas antisociales, objeto de estudio de las teorías clásicas. Se entiende por conducta prosocial a toda aquella conducta social positiva que se realiza para beneficiar a otro con o sin motivación altruista (Inglés, Hidalgo, Méndez & Inderbitzen, 2003; Garaigordobil-Landazabal, 1995; González-Portal, 1992; Inderbitzen & Foster, 1992).
No obstante, esta temática ha encontrado diversas explicaciones desde diferentes marcos teóricos. La perspectiva etológica y sociobiológica entienden a la prosocialidad como la reducción de la aptitud genética personal en vistas a la mejora de la aptitud genética personal de otros, poniendo énfasis en los aspectos biológicos. El enfoque cognitivo-evolutivo se centra en el rol del desarrollo cognitivo y moral sobre la conducta prosocial. Un tercer enfoque, el psicoanalítico, concibe a la conducta prosocial como un medio para conseguir otros fines, posibilitando lidiar con la culpa, resolver conflictos internos, compensar estados ansiógenos u ocultar la agresividad (Garaigordobil, 2005a).
Diferentes investigaciones han establecido la importancia del estudio y promoción de las conductas prosociales, ya que son necesarias para posibilitar el futuro funcionamiento exitoso en sociedad (Garaigordobil, 2001), el bienestar y la salud individual y social, así como el ajuste en las áreas escolar y personal (Delgado-Domenech, Torregrosa-Diez, Inglés & Martínez-Monteagudo, 2006). También se ha corroborado que los años de niñez avanzada y adolescencia temprana son críticos en el desarrollo social, a esta edad es cuando los actos violentos o agresivos suelen comenzar o acentuarse. Por lo cual, se considera que es potencialmente uno de las mejores etapas para la prevención y la promoción (Betancur, Mahecha, Ramírez & Ruiz, 2005). A diferencia de la niñez, en la cual el desarrollo de habilidades sociales depende principalmente del comportamiento de los padres y de la relación entre éstos y el niño, en la adolescencia los jóvenes se vuelven cada vez más dependientes de las relaciones sociales entre iguales. La importancia de éstas sugiere que el contexto escolar influye en el desarrollo social de los estudiantes, al crear una cultura donde cada uno tiene oportunidades para adquirir conductas modeladas por otros estudiantes y por adultos a través del aprendizaje observacional, lo cual remarcaría aún más la importancia de la intervención y promoción de este tipo de comportamientos (Kidron & Fleishman, 2006).
El presente trabajo tiene por objetivo el diseño y la aplicación de un programa de promoción de conductas prosociales para preadolescentes que pueda ser replicable para poblaciones con similares características y necesidades.
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- Tesis de Grado [822]
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